El Séptimo Cielo
Los
Siete Cielos
En español existe la expresión «Sentirse como en el
séptimo cielo», que remite precisamente al cielo más elevado, donde se halla el
trono de Dios. Éste es el nivel superior del universo.
La propia palabra hebrea para «cielo» subraya la
idea de varios cielos, pues Shamayim es un plural, y en hebreo no existe un
término en singular para referirse a un único cielo.
Los especialistas en la materia no se ponen de
acuerdo con respecto al número exacto de cielos. Enoc, que nos ha dejado la
descripción más detallada del mundo celestial, ya que, según su propia
declaración, lo visitó, menciona siete cielos. Otras fuentes nombran tres;
algunas otras, diez cielos.
¿Siete
cielos o nueve?
En la antigua China, así como entre los aztecas, se
conocían nueve cielos; y también Ptolomeo, célebre matemático, geógrafo y
astrónomo griego, cuenta nueve en su esquema cósmico. De acuerdo con éste, la
Tierra reposa en el centro del universo, que consta de nueva esferas.
El poeta Dante se basó en este número para su
Divina comedia. La mayoría de los textos, sin embargo, se apoyan en las
referencias de Enoc, cuyo modelo celestial se presenta en este libro. Incluso
el islam parte de este mismo número: Mahoma, el fundador de la religión,
atravesó siete cielos en su viaje hasta el trono de Dios.
No existe unanimidad, en cambio, acerca de si estos
siete cielos se encuentran uno junto a otro o uno sobre otro; o de si hay
planetas autónomos fuera de nuestro sistema solar, como defienden osadas
teorías. En el siglo XIV, se creía que los siete cielos estaban unidos con
ganchos a los siete mundos terrenales situados por debajo de ellos.
Éstos, en orden ascendente desde el séptimo hasta
el primero, se llaman: Tebbel, Arqa, Nesziah, Tziah,
Geh, Adama y Eres. En el sexto mundo terrenal, Arqa,
se localiza Gehenna, el infierno, a su
vez con siete niveles, donde viven singulares especímenes bicéfalos con huecos
en la cabeza en lugar de orificios nasales, y también seres hermosos.
Primer
cielo: Shamayim
o Wilon
El primer cielo, conocido como Shamayim o Wilon,
limita directamente con la tierra, lo que supone un factor de protección para
ésta. Durante la noche, el cielo se descorre.
Los ángeles guardianes de la nieve, el hielo y el
rocío también moran aquí.
Según la tradición, Adán y Eva vivieron en el
primer cielo, que no hay que confundir con el Paraíso o el jardín del Edén, que
se localiza en el cuarto cielo.
El soberano de Shamayim es el Arcángel Gabriel. En el relato donde cuenta cómo llega al puerto de
este cielo, Enoc lo describe como un tesoro de hielo, nubes y rocío, con un rio
de fuego por el que, en lugar de agua, fluye fuego. Para san Pablo, el primer cielo
es la Tierra de promisión, en la que cada árbol da al año doce cosechas con
frutos variados. Y, según él, este cielo brilla siete veces más que la plata.
Segundo
cielo: Raquia
Leví, uno de los doce hijos de Jacob y padre
fundador de la tribu israelita de Leví, escribió en su testamento: «El segundo
[cielo] ha preparado fuego, nieve y hielo para el día, pues el Señor lo
dispone, del gran juicio universal».
El soberano del segundo cielo es el Arcángel Rafael. La palabra hebrea
raquia significa «firmamento» y en el Talmud hace referencia al ámbito del sol,
la luna y las estrellas. En este cielo se encuentra la prisión de los ángeles
caídos, que aguardan el día del Juicio Final encadenados y en una oscuridad
total. Según se dice, en otra parte del cielo viven Enoc y Moisés. En la
tradición islámica, en este cielo moran también Juan Bautista y Jesucristo.
Este último se llama allí «Isa ibn Maryam» y, en su calidad de profeta, es el
predecesor más importante de Mahoma.
El
tercer cielo: Sagun o
Shehaquim
El jardín del Edén, un lugar rodeado de leyendas
conocido también como Paraíso, se halla supuestamente en el sur del tercer
cielo. La palabra «edén» procede del sumerio aáana, que se traduce como
«jardín».
Se dice que las puertas de entrada al tercer cielo
son de oro macizo. Tras ellas se encuentra un huerto donde crece el Árbol de la
Vida, bajo el que reposa Dios. Dos ríos discurren a través del Edén: uno con
leche y miel, el otro con vino y aceite. El jardín está vigilado por
trescientos ángeles.
Todas las almas íntegras llegan allí tras la muerte
y reciben su recompensa. Por eso, en este cielo hay comodidades tales como las
abejas divinas, que recolectan en el sur el maná-miel que posteriormente es
molido por dos poderosas piedras molares. De estas últimas proviene otro de los
nombres del tercer cielo: Shehaquim, que en hebreo significa «piedra molar».
El soberano de Sagun es el Ángel Anahel o Azrael, el ángel de la muerte islámico, también vive
en este lugar. Y hay indicios de que el infierno, con todos sus demonios y
Lucifer, su señor, se encuentra en el norte de este cielo.
El
cuarto cielo: Zebhul o
Machanon
Zebhul, o también Machanon, se describe como el
lugar de la Jerusalén celestial, con el Templo sagrado y el Altar divino. El
apóstol Pablo escribe en el Apocalipsis: «Era toda de oro y la rodeaban doce
murallas, y dentro había doce torres de gran belleza». También habla de que hay
cuatro ríos: uno de miel, el Fisón; otro de leche, el Éufrates; otro de aceite,
el Geón; y otro de vino, el Tigris.
Según Enoc, en el cuarto cielo se encuentra el
Paraíso, con el Árbol de la Sabiduría, cuyos frutos confieren el saber a quién
los come. En Zebhul circulan, movidos por los vientos, los grandes carruajes
donde están el sol, la luna y las grandes estrellas. El soberano de este cielo
es el Arcángel Miguel.
El
quinto cielo: Machon o
Ma’on
En el norte del quinto cielo, detrás de una grieta
por la que ascienden humo y llamas, se localiza una prisión celestial. En ella,
según algunas teorías, pena el coro décimo de los ángeles que aguarda allí su
juicio.
Esa zona del cielo no posee base ni cubierta. En el
sur, por el contrario, los ángeles cantan toda la noche sin interrupción, sólo
callan al alba para que Dios pueda oír las alabanzas de su pueblo en la tierra.
El soberano de Machon es o bien Sandalfón,
hermano de Metatron, o bien el Ángel Samael. Según se dice, este cielo
es la morada de Aarón, hermano de Moisés, y de los ángeles vengadores.
El
sexto cielo: Zebul o
Makhon
El sexto cielo es el único gobernado conjuntamente
por dos Angeles: Sabat lo gobierna
durante el día y Zebul por la noche.
En él viven siete querubines que cantan alabanzas a Dios y siete aves fénix. En
Zebul hay una casa grande del saber, donde los ángeles aprenden todo sobre la
humanidad, el tiempo y el cosmos.
Según Enoc, en este cielo estudian los ángeles en
grupos, y tienen a los arcángeles como profesores. Este cielo frío, con bajas
temperaturas, granizo, hielo y nieve, recibe también el nombre de Makhon (en
hebreo, «residencia»). El príncipe del sexto cielo es el Arcángel Gabriel.
El
séptimo cielo: Araboth
En el cielo más elevado se encuentra el trono de
Dios y, en torno a él, los ángeles que siempre permanecen a su vera:
querubines, serafines y tronos. El príncipe de Araboth puede ser el Ángel
Casiel o el Arcángel Miguel. Se dice
que las almas de los que aún no han nacido esperan allí a su nacimiento.
Artículo de www.metirta.com